El culpable era yo

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By Enrique Acosta Busurco

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"El culpable era yo" es la crónica de un periplo espiritual que se hizo posible solamente debido a la pura y sorprendente gracia del Señor. Un camino que nos lleva al encuentro con los atributos de Dios, revelados en la Biblia y que indefectiblemente forma parte del proceso de la salvación eterna desde una perspectiva eminentemente cristiana. Ser elegidos, llamados, regenerados, convertidos, justificados, adoptados y consagrados para el Señor es un proceso que se origina en la iniciativa de un Dios, que aunque es TRES VECES SANTO, y perfectamente JUSTO, expresa el regalo inmerecido de la redención hacia aquellos que, incluso comportándose como enemigos suyos, son atraídos con lazos de amor hacia Él. Y fue, qué duda cabe, la obra completa de Cristo, su nacimiento, vida, muerte y resurrección la prueba irrefutable de este amor. Frente a esta inmensa muestra de misericordia y amor, se plantea que el hombre no debiera tener otra respuesta que no sea la total rendición del ser (cuerpo, alma, y espíritu), al punto de poder decir como el apóstol Pablo "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20). Renunciar a la idea de que hay mérito alguno en el individuo para acercarse y agradar a Dios es la premisa que recorre todo este libro. Es el Señor quien provee el camino, las directrices y las herramientas; si el hombre fracasa, es responsabilidad suya, si lo logra, es "Sola Gratia" (sólo por su gracia). Finalmente, la esperanza cierta es la del último paso en el proceso de la salvación, que no es otro que la vida glorificada en las mansiones eternas que el mismo Jesucristo dijo que iba a preparar para todo aquél que depositara su fe y rinda su vida a su señorío, más allá de etiquetas institucionales o denominaciones. Cristo viene por una iglesia invisible a los ojos humanos, Cristo viene pronto por corazones arrepentidos y consagrados a Él.
El culpable era yo