Agustín y Paloma, incansables promotores de la Ecología Espiritual Práctica y Aplicada y su grupo de recien formación "Don Uriel" se unen a varios grupos de experimentados caminantes en la ciudad sagrada de Teotihuacán para realizar una importante caminata ceremonial durante el equinoccio de otoño. El compacto contingente de caminantes, aspirantes a guerreros y guerreras espirituales intentaría establecer la necesaria sintonía con la Pirámide del Sol, la cual gracias al reciente trabajo de un grupo de guerreros espirituales Tibetanos enviados por su santidad el XIV Dalai Lama, había sido "activada" y era ahora capaz de distribuir a todos aquellos que supieran contactarla con respeto, honestidad y pureza, la poderosísima energía proveniente del cosmos que la Pirámide estaba destinada a transmutar y redistribuir para beneficio individual y de todos los nadis y centros energéticos del enorme chakra Mexicano que estaba activo, funcionando y contribuyendo al despertar de su sagrado territorio.