Érica ha hecho toda su vida lo que se considera correcto. Se enamoró de muy joven de su marido, un seductor que vino de París y que le mostró el mundo en todo su esplendor. Ella lo disfrutó, agarrada a él, hasta que la propia vida le demostró que, a veces, no sabemos lo suficiente de la persona que tenemos a nuestro lado. El verano en que conoce a Milo, emprende un viaje hacia el fondo de sí misma, y se entrega a una pasión que hace temblar los cimientos de su propia existencia: su familia.