Escribí estos relatos en Blandford, un caserío de pescadores de bogavante, que antes cazaban focas y ballenas, y de capitanes intrépidos de antiguas goletas. En ellos suelto el cabo que me amarraba a un pasado conflictivo y, ya en clave de humor, describo situaciones de una niñez y juventud madrileñas, y como profesor de literatura en Norteamérica. Escribo de gentes que conocí a lo largo de los años en Nova Scotia, en Cambridge y allende los mares, y reflexiono sobre cuestiones que me preocupan, como la longevidad de la tercera edad o la muerte asistida. Lejos de mí la intención de escribir una autobiografía, pero estos relatos son flecos de una vida, escritos en un castellano por fuerza añejo y pasteurizado por años de docencia en universidades norteamericanas.