En este ensayo, el autor intenta establecer la íntima conexión que existe a varios niveles entre nuestra oración y la luz divina que es emanada por el espíritu santo que reside en nuestros corazones y afirma que la realidad de este espíritu esta desvinculada del intelecto y del conocimiento natural, siendo a su vez la oración el camino de menor resistencia para obtener el conocimiento de la divinidad.

También establece las características y funciones de la luz divina en nuestro interior y nos da algunas sugerencias para disipar a través de la oración la oscuridad de este mundo que siempre busca envolvernos.

Describe asimismo el autor, los requisitos que debemos cumplir para caminar hacia la presencia divina y como esta ha permanecido inalterable en nuestro corazón, la cual puede ser percibida y experimentada si seguimos el camino que para ello nos dejo Jesús que como hombre y en esta tierra experimentó la presencia de Dios a través de la plenitud del espíritu santo.