El 13 de enero de 1898, en L'Aurore, el líder francés del naturalismo, Émile Zola, defendió con elegancia al capitalista Alfred Dreyfus, sospechoso de traición. Lejos de ser una simple noticia, el asunto Dreyfus se convirtió en un escándalo político y judicial por derecho propio, tanto en Francia como en España, el de un antisemitismo presente en las más altas esferas del Estado.