Bienvenidos a Alfa de Montaña, la nueva y poderosa serie de las autoras de bestsellers de USA Today, Vanessa Vale y Renee Rose. Un historia donde los enérgicos hombres alfa moverán montañas para proteger y reclamar a sus mujeres.

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Héroe:

Indi es la hermana de mi mejor amigo, Buck. Está fuera de mi alcance.

Justo antes de que Buck muriera, le prometí que nunca la tocaría.

Después de años en el ejército, estoy de vuelta en Montana decidido a limpiar el nombre mi amigo.

Soy un mercenario en busca de venganza. Héroe de nadie; simplemente, un hombre de montaña.

Ahora, le debo a mi amigo proteger a su hermana.

Excepto que estar cerca de Indi hace trizas mi determinación, ya que me tienta a cada paso.

Cada día es un tormento insoportable; y mi honor, mi fuerza de voluntad,

...están a punto de estallar.

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Rebelde:

Infringir la ley nunca ha sido tan tentador.

Ella es la representante de ley en el pueblo, quien carga las esposas. Esa hermosa oficial podría ponérmelas cuando quiera.

Con solo una mirada, haría lo imposible por esa mujer, hasta ayudarla a romper todas las reglas que juró respetar. Porque, a veces, hacer las cosas incorrectas es la única manera de hacer las correctas.

Disfruta del siguiente romance independiente de la serie Alfa de Montaña, donde un grupo de exmarinos SEAL convertidos en mercenarios moverán montañas para proteger y reclamar a sus mujeres.

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Guerrero:

Error #1: Acostarse con una amiga.

Ligar con Quincy era pan comido. La talentosa y atractiva piloto de la Marina no era parte de mi equipo SEAL. Pensé que ella estaría a salvo después de una aventura de una noche.

Error #2: Dejarla marcharse.

Cuando me di cuenta de que ella no era algo de una sola vez, ya era demasiado tarde. Ahora ella pensaba que yo era un mujeriego. Bueno, ella sabía que era un mujeriego. Por eso no repetiría esa oportunidad conmigo otra vez.

Error #3: Querer repetir el error #1.

Quincy formaba parte de mi equipo. Vivíamos en el mismo cuartel. Éramos amigos y yo no quería arruinar eso. Estar cerca de ella era una verdadera tortura y no sabía cuánto más podría aguantar. Antes de arriesgarme a cometer el mayor error de todos: perderla.