El presente ensayo analiza el argumento que utilizó la Iglesia católica para afirmar el apoyo a la rebelión militar de 1936, calificando de cruzada a la guerra que originó aquel golpe de Estado. Para justificar ese calificativo, utilizó los conceptos de martirio y de persecución religiosa. La falsedad del argumento aparece ya en la propia cronología de los conceptos utilizados, que van viendo la luz a medida que van siendo necesarios: primero se hablará de cruzada, después de martirio, para explicar el apoyo a la cruzada y, finamente, de persecución religiosa, para dar razón de la existencia de un martirio. Pero el falseamiento argumental se certifica en el análisis de los documentos, que no reparan en manipular, si eso es necesario, para adaptarlos a la lógica expositiva. El apoyo de la Iglesia a los vencedores en la Guerra Civil se reforzó con la opción por la victoria, un concepto cargado de significados, que el libro va desvelando. El Concilio Vaticano II descalificó la teología política que amparaba la postura tomada en la guerra y en una ocasión la Iglesia española se planteó de forma colegiada reconocer el error. Fue en la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes de 1971, pero decidieron no hacerlo. La regresión neoconservadora que se inició con el papado de Juan Pablo II recuperó los falsos argumentos de 1936 y 1939, que siguen de plena actualidad. De ahí la relevancia del asunto que tratamos aquí, aparte de las aportaciones historiográficas que están presentes en el ensayo.