¿Somos como humanidad descendientes de Adán y Eva? Y si no lo somos, ¿por qué estamos en este mundo caído tan lejos de la presencia de nuestro Padre celestial y tan cerca y bajo la influencia del Maligno?
¿Dónde estamos? Ciertamente no estamos en el Paraíso.
Estamos aquí en esta tierra siendo partícipes de esta evolución adámica -que comenzó con la expulsión de Adán y Eva del Paraíso de Dios- ya sea por elección o por destino, y aunque no rompimos esos platos, también los estamos pagando, viviendo en un mundo infectado por Satanás que nos induce a desobedecer la Divina voluntad de Dios para nuestras vidas en todo momento.
Podríamos argumentar fuertemente en contra de estas afirmaciones. Sin embargo, hay una condición humana que nos conecta con Adán y Eva. Una naturaleza caída, que todos compartimos y que ahora debemos soportar. Y también, un orgullo y una terquedad de seguir nuestro propio camino sin Dios. En ese sentido, somos parte de la misma evolución Adámica porque no importa cómo empezó todo hace 6000 años o más, nuestra iniquidad humana está creciendo cada día en nuestro mundo.
El autor presenta algunos de los obstáculos que debemos eliminar de nuestra vida para romper la afiliación kármica que todos compartimos con Adán y Eva como humanidad. Una vez libres de este vínculo que nos ata podemos emprender con confianza nuestro viaje de regreso al paraíso en compañía y bajo la guía y protección de Jesucristo.