Inglaterra, 1807
Tras rechazar a un pretendiente inoportuno, Joanne es enviada por su padre a casa de una tía, con la esperanza de que el exilio la convenza de aceptar la propuesta.
En Trerice, sin embargo, Joanne encuentra aliados inesperados: primero su tía y después el dueño de la finca donde vive. Sir Russell, de hecho, dicho personaje está vinculado a su hermano por una antigua deuda de amistad y, en connivencia con éste, reúne a un grupo de importantes invitados en la vieja mansión familiar: la excusa es la de una experiencia sensacional en una mansión embrujada por conocidos fantasmas, el objetivo es permitir a Joanne encontrar rápidamente un novio más adecuado y escapar de las conspiraciones de su padre y de su anciano socio.
Sin embargo, lo que comienza como una tranquila estancia, se convierte en algo bastante agitado: la mansión Trerice, de hecho, parece haber elegido a la joven como foco de sus manifestaciones sobrenaturales.
Joanne tendrá que hacer malabares, en la búsqueda de su marido, entre los misteriosos fenómenos de la casa, sus propios y escabrosos secretos y la creciente atracción que siente por Sir Russell, un huraño y atractivo caballero que está decidido a permanecer célibe el resto de su vida.