La obra se basa en un dibujo de la terapeuta y artista suiza Emma Kunz, formado principalmente por elementos geométricos. Pero, en realidad, no he intentado hacer una trascripción del dibujo completo, sino que he hecho una abstracción de esos elementos constitutivos, principalmente, en concreto, de las líneas y de los planos. Las líneas conforman los movimientos melódicos y, los planos, las polifonías, les conglomeraciones de voces y las partes más armónicas. Conceptualmente, la pieza está dentro de la línea que marcaba la obra para orquesta anterior, El tiempo según Rama (1999), y, según el crítico Benet Casablancas, es «fiel al cariz estático y la gravedad expresiva de obras anteriores, acreditando así un mayor sentido del color y la fuerza comunicativa».