"Pero que se alegren todos los que se refugian en ti; que siempre canten de alegría". Salmo 5:11

"Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo". Salmo 9:2

"Me alegraré y me regocijaré en tu amor" Salmo 31:7

"Alegraos en el SEÑOR y regocijaos, justos. Cantad, todos los rectos de corazón". Salmo 32:11

"Pero que los justos se alegren y se regocijen ante Dios; que sean felices y se alegren". Salmo 68:3

"Sácianos por la mañana con tu amor indefectible, para que cantemos de alegría y nos alegremos todos nuestros días". Salmo 90:14

"Adorad a Yahveh con alegría; venid ante él con cánticos alegres". Salmo 100:2

"Este es el día que ha hecho Yahveh; ¡regocémonos y alegrémonos en él!" Salmo 118:24

Vale la pena ser un pájaro cantor, en este mundo en el que hay tantos sonidos ásperos y discordantes y tantos gritos de dolor. Incluso el canto de un pájaro pone un poco más de música en el aire. Vale aún más la pena ser un cristiano que canta, emitiendo notas de alegría en medio de las penas de la tierra.

"Alegraos siempre en el Señor. Lo diré de nuevo: Alégrense". Filipenses 4:4. Para la mayoría de nosotros no es fácil estar siempre alegres; sin embargo, deberíamos aprender tan bien la lección que, ya sea en medio de circunstancias de tristeza o de alegría, nuestro canto nunca se vea interrumpido.

La alegría es el ideal de Dios para sus hijos. Él quiere que tengan un rostro soleado y un corazón feliz. No quiere que estén tristes y con el corazón pesado. Ha hecho un mundo lleno de belleza y de música. La misión del evangelio es iniciar canciones dondequiera que vaya. Su nota clave es la alegría: buenas noticias de gran alegría para todos los pueblos. Se nos ordena alegrarnos siempre.