Raven Addington era feliz con su vida tal y como era. A ella y a su hija, Molly, les iba bien por su cuenta, a pesar de lo que su madre dijera al respecto. Merriam, la madre de Raven, nunca tenía nada bueno que decir sobre nada, así que por qué iba a ser diferente ahora. Sawyer Bishop había entregado su aviso en la policía. Por mucho que necesitara el dinero, no iba a dejar que un compañero acalorado le hiciera una marca para una tumba temprana. Sus padres necesitaban su ayuda en la granja, así que estaba contento de dejar el cuerpo. Se suponía que Sawyer tenía que estar de guardia, pero estaban escasos de personal, así que atendió la llamada que llegó desde la central del 911. Sería la última, y luego sería un hombre pobre pero libre. Cuando Sawyer llegó a la escena, la cosa estaba mal. La pobre mujer había sido golpeada hasta quedar irreconocible y apenas respirar. Aunque no la conocía personalmente, sabía que Raven Addington era extremadamente rica, y eso le molestaba más de lo que le importaba admitir. Siendo un tigre de Bengala, sabía por su olor que era su compañera. Su posición en la vida estaba tan por encima de la suya, que no creía que fuera a funcionar. Pero cuando ella se codificó en el hospital, él tuvo que tomar una decisión rápida y esperar que no se volviera contra él más tarde.