Nuestro mundo hoy está dominado por la tecnología, donde la realidad y la ficción se dan la mano gracias al universo de lo virtual. Los aspectos humanos y espirituales de la civilización cobran un mayor relieve, porque, aunque nos ufanamos de conocerlos, nos engañamos mezquinamente y no los aplicamos.
La formación integral de cada persona es frágil, se quiebra, además de las prodigiosas herramientas que se han inventado. ¡La armonía del equilibrio de lo espiritual con lo material aparece como una inexcusable e improrrogable necesidad!...
¡Hemos crecido tanto!... cómo los dioses de lo material, y como la vergüenza del espíritu, estamos tan envilecidos con lo tangible.
Navegando "universos" corrompidos, con dolor, conveniencias, egoísmo y desamor; y allá olvidado como un trapo viejo y sucio ...está empolvado nuestro espíritu , languidecido de pena, sufriendo el escarnio y la amargura de querer ser nuevamente crucificado.