La tradición moderna , a la hora de desentrañar qué propiedades de la actividad científica la hacían propiamente científica, acordaba en que se trataba ante todo del método. Es decir, que de todos los saberes, sólo se consideran científicos aquellos que son el resultado del cumplimiento riguroso de los pasos de un método previamente establecido.
Además la tradición moderna había idealizado este método. Ellos imaginaban unas reglas mucho más claras de las que realmente encontramos en la práctica científica concreta.
Otra característica del pensamiento moderno es que ellos identificaban verdad y método (es decir: creían que eran una y la misma cosa. O al menos que no se podía aspirar a una sin el otro).