CAJAS DE AHORRO

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By Alberto Rot

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Cuando surge la necesidad de contratar los servicios o productos de una entidad financiera, pocos son quienes basan su decisión en función de si es una caja de ahorros o un banco. Una disyuntiva que puede desaparecer en poco tiempo, ya que comienza la cuenta atrás para la conversión de cajas de ahorro en bancos, una reforma impulsada por el Banco de España de acuerdo a los efectos que este cambio tendría en los mercados de la deuda. No obstante, la realidad es que la conversión de las cajas en bancos por imposición legal está todavía en el aire, de ahí que convenga recordar cuáles son las razones de trabajar como clientes con bancos o cajas. Son las condiciones económicas, los tipos de interés y otras cuestiones los aspectos que finalmente tienen la última palabra. Pero, desde el punto de vista del consumidor, ¿qué hace diferente a una caja de ahorros de un banco? Aunque "a priori" pueda parecer que se está ante un mismo tipo de empresa -ya que las gestiones que se llevan a cabo en una u otro son muy similares- y que lo único que varía es el nombre, lo cierto es que hay distintos aspectos que diferencian a unas entidades financieras de otras, especialmente, el destino al que van a parar sus beneficios anuales. Las cajas de ahorro nacieron en el siglo XIX por orden ministerial como instrumento para fomentar el ahorro de las clases populares y combatir la usura, en competencia con quien la practicase. No son, por tanto, en su esencia, sociedades con ánimo de lucro. Con el paso del tiempo, esta particularidad se reguló por ley, de modo que las cajas de ahorro están obligadas a destinar sus beneficios anuales a reforzar su solvencia y futuro económico -lo que comúnmente se conoce como "reserva"- y a atender las necesidades sociales -dinero para obra social-.

En cuanto a las cantidades que se deben aportar, legalmente tienen que destinar, como mínimo, el 50% de su excedente a reservas obligatorias para asegurar su liquidez presente y futura; el resto debe estar dedicado, sin excepción, a su obra social, que puede extenderse a campos tan variados como la conservación del patrimonio histórico y artístico, las ayudas a grupos sociales desfavorecidos, la cultura, el deporte, etc. Frente a esto, los bancos son entidades con ánimo de lucro y, como tales, tienen legitimo derecho a repartir sus beneficios entre sus accionistas al término del ejercicio económico o a invertirlos en lo que ellos consideren oportuno.


¿En qué se diferencia un banco de una caja de ahorros?

El principal rasgo que distingue a unos y otras es el fin al que van a parar sus beneficios anuales

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