La felicidad es algo que todos buscamos, ya sea en la comida, el sexo, el entretenimiento, las relaciones, los niños, la carrera, los pasatiempos o el sueño. La felicidad nos impulsa, y de hecho define la calidad de nuestra vida. Uno puede tener una riqueza inmensa, pero si no son felices, entonces, en su mayoría, han fallado en la vida.
Sin felicidad, la vida pierde su valor y, con la aparente disminución de la satisfacción, estamos viendo un aumento en el suicidio en todo el mundo.
En un mundo donde los estímulos mentales y físicos abundan, parece inconcebible que alguien pueda ser infeliz. Seguramente, todos pueden encontrar alguna forma de felicidad, pero desgraciadamente, muchas, muchas personas fracasan y viven sus vidas tristes y exasperadas; o esperanza contra esperanza para que aparezca un poco de alegría en el horizonte de su destino.
La felicidad es la naturaleza del espíritu, como se afirma en los Vedanta-sutras: anandamayo 'bhyāsāt - "el alma, por naturaleza, está llena de alegría".
Sin embargo, debido a la identificación errónea de nuestro verdadero ser con la materia, perdemos el contacto con este estado natural de felicidad y nos identificamos con el dolor y el sufrimiento de una forma física.
Cuando un alma es atrapada por un cuerpo material, se identifica de inmediato con las relaciones físicas y olvida su verdadera identidad como ser espiritual. Este ego falso, influenciado por los modos de la naturaleza material, atrapa aún más el alma en una red de acciones y reacciones kármicas.
Mientras que la mente es el instrumento para sentir, la inteligencia tiene una función deliberativa y puede ayudarnos a navegar a través del fango del materialismo. La persona inteligente, por lo tanto, puede lograr liberarse de la ilusión de la existencia material mediante el uso adecuado de la inteligencia.
La forma humana es ciertamente una bendición maravillosa, ya que sólo as