César nunca imaginó que el día en el que decidió visitar el museo de Viena para contemplar el objeto de sus fantasías, su vida cambiaría por completo. Examinando extasiado la vitrina que alojaba aquel maravilloso artefacto, no se daba cuenta de que, oculto a lo lejos, un desconocido vigilaba cada uno de sus pasos con mucha atención. Sin que lo supiera, César fue llevado hasta ahí, en ese momento y a esa hora exacta. En la sala principal del museo, César veía con asombro la Sagrada Lanza del Destino, un antiguo y grandioso talismán que ha maravillado a generaciones durante siglos y posee una magia increíblemente poderosa. César conocía las historias de aquella esplendida pieza, pero no era el único. A sus espaldas, sin siquiera sospecharlo, los poderes del bien y del mal, se jugaban la última batalla de una guerra sin cuartel. De pronto, César se vio envuelto en una lucha fantástica. En una lucha gigantesca. Su vida adquirió un nuevo significado. Un significado eterno. Se enfrentó a sus temores...y estos le sonrieron de vuelta. César aún no lo sabía, pero el destino del mundo pronto iba a estar en sus manos.