¿Cuándo determinar en qué momento se escribe una historia o cuáles son los mecanismos que activan la escritura? En ocasiones esa pulsión de escribir emerge ante una imagen que resulta impactante o conmovedora, a raíz de una conversación, una reflexión que revolotea imprecisa en la mente o un personaje que se antoja particularmente interesante. Justo entonces un engranaje se pone en marcha; se advierte, pues algo interno se remueve, que da paso a una obstinación que no cesará hasta que estemos frente a una página en blanco. De eso se trata este oficio. A un narrador siempre lo agobiará el dilema sobre cómo contar sus historias, qué privilegiar, dónde poner la mirada y cuál es la perspectiva que le dará al relato. Jeremías Lawson, sin embargo, parece no haber sucumbido a estos agobios, o haberlos resuelto desde el momento mismo en que concibió el cuento, para después decantarlo dentro de su cabeza. Se intuye certeza y convicción. Pareciera estar frente a la pantalla, alentado por la idea de que es imperativo escribir antes de que estas historias se diluyan por la aparición repentina de nuevas ideas.En estos cuentos existen personajes que sostienen con el destino una amarga discordiaSe percibe, también, una visión del amor desde su perspectiva más hostil, por la presencia de aquella que todo lo trastoca o que no trastoca nada, lo que vendría a ser lo mismo. Personajes que observan alrededor con extrañeza, que escrutan a alguien más como si ahondaran en sí mismos, procurando desentrañar misterios,Lawson recupera la intención primigenia de los contadores de historias. Entonces se aplica a contar un cuento en toda la dimensión de la palabra, atendiendo a un ritmo que le llegó desde el momento mismo en que una imagen, un personaje o una reflexión lo sedujeron. El oyente descubrirá cuentos que parecen haber sido concebidos como una excusa para reflexionar, que le hará cuestionar asuntos que siempre han logrado escurrirse por entre los pliegues de esa cotidianidad empecinada en privilegiar la premuraA Lawson le preocupa esa nefasta capacidad del "hubiera", para recordarnos lo que habría sido de nosotros de haber optado por la alternativa que descartamos. No menos lo inquieta cómo la experiencia se decanta en los hombres con el paso de los años, aunque su cuerpo los presente apocados y anodinos.Jeremías Lawson es un contador de historias, un narrador, un ciudadano del mundo que observa y analiza con un rigor que no es usual en estos tiempos, para después destilarlo a través de una prosa no menos meticulosa que sus obsesiones.

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