Trótsky resulta, entre los protagonistas de la Revolución bolchevique de 1917, una de las figuras más destacadas como intelectual y como político.
Trótsky nutrió al trotskysmo original del arsenal de combate contra la embestida de Stalin como gran inquisidor y como implacable perseguidor, ser, parecer, proclamarse o ser considerado trotskysta suponía, en el marco de los partidos comunistas, nada menos y nada más que una condena de muerte.
Esta obra resulta ser un intento de comprensión de un personaje, su obra y su tiempo. Su lectura llevará al mejor conocimiento de Trótsky y de quienes le siguieron, exponiéndose a la persecución estalinista en cualquier latitud, es decir, arriesgando la propia vida en la opción política escogida.
Con su Trótsky y el trotskysmo original José Rodríguez Iturbe ha escrito, sin estridencia ni pretensiones, uno de los libros más bellos e importantes de nuestro tiempo en el exigente terreno de la historia política y cultural y la historia de las ideas, sobre una figura que hoy resultaría completamente anacrónica y además sorpresiva: Lev Davídovich Bronstein, es decir León Trótsky. Quizás aquí, en la elección de su personaje y objeto de estudio, encontramos el primer gran mérito del libro. Porque su autor habría podido acudir a lo obvio y buscar en referentes menos complejos el pretexto para trazar esa impecable y rigurosa historia de las ideas políticas y del fenómeno revolucionario que atraviesa con gran lucidez todo su libro y que por sí sola ya lo haría fundamental. Pero no: además de hacer una historia del espíritu —sí, ésta sería la categoría, aunque hoy resulte tan desprestigiada— de las primeras décadas del siglo XX y los estremecimientos ideológicos que las batieron con una fuerza que llega hasta hoy, José Rodríguez Iturbe lo hace reseñando con minucia a una de las figuras más interesantes de ese mundo, cuya importancia estaría, entre otras, en esa suerte de parábola que la encierra hasta su trágica muerte.