Un viajero del tiempo se traslada a la Sevilla del siglo XIII para entrevistar al rey Alfonso X el Sabio, tal vez el monarca más ilustrado de la Historia, como acredita su labor como legislador, poeta y astrónomo. De hecho, sus conocimientos en este último capítulo fueron reconocidos por la Nasa, la Agencia Espacial Norteamericana, que decidió denominar con su nombre a unos de los cráteres de la luna. Asimismo, fue el impulsor de la famosa Escuela de Traductores de Toledo, de singular trascendencia para la cultura europea de su época. Infortunadamente, el brillante intelectual y el poeta de las Cántigas, no destacaría en su faceta como gobernante, aunque cabría argüirse en su descargo, que le correspondió reinar en uno de los periodos más convulsos de la historia de España. Precisamente, de sus muchas miserias, y no menos grandezas, trata la presente obra: El rey que pastoreaba estrellas.