—En serio, tenemos que juntarnos para organizar el viaje —dijo mi amiga Sherri. —Sí, sí, tenemos que hacerlo. —Me detuve en la intersección y pisé el freno—. He ahorrado para este viaje. Dos semanas en aquella isla. Solo mis chicas y yo. Sherri se rio por la voz de locutora de radio que puse. —Creo que no tenía tantas ganas de hacer algo como esto desde hacía mucho tiempo. —¿Trip ya está flipando? —le pregunté, riéndome de nuestro manido chiste que compartíamos sobre su novio Trip, que siempre sacaba conclusiones precipitadas. —Qué va. De todas formas, más le vale que no. Sobre todo porque hace poco que organizó un viaje de chicos con sus colegas. Ahora nos toca a nosotras. Tía, me estoy emocionando. Sonreí, a pesar de que no podía verme. —Yo también. —¿Qué opina Billy del tema? Me encogí de hombros mientras giraba hacia la calle en la que estaba el bloque de apartamentos donde vivía con mi prometido Billy. —¿Qué puede decir? Si ya he comprado el billete de avión. Soltó una risa. —Muy bien. Escucha, mi cliente ya está aquí. Hablamos luego. —De acuerdo. He salido pronto del trabajo. Espero darle una sorpresa a Billy. A lo mejor vamos a salir por ahí. No sé todavía, estoy un poco cansada. —Uhhh, suena bien. A por él, campeona. Llámame después. —Vale, adiós. Cogí la mochila de mi portátil y el trabajo que se suponía que debía hacer aquella noche. Lo dejaría para más tarde. Primero quería relajarme y pasar tiempo con Billy. Últimamente estábamos tan ocupados que apenas nos habíamos visto aquella semana. Lo echaba de menos. Cuando subía las escaleras que me conducían a mi apartamento situado en la segunda planta, me crucé...