El apogeo del reinado de Suleimán ocultó durante largo tiempo los cambios bruscos y fundacionales que introdujeron en Anatolia los precursores del imperio. La dinastía otomana se labró su destinó entre los primeros emiratos turcos que aprovecharon el debilitamiento del imperio bizantino para establecerse en la península. Pero la supremacía artística, intelectual, social y económica que, con la expansión territorial, condujo al imperio a su culminación fue resultado también de iniciativas radicales emprendidas por los emiratos para alcanzar los niveles más altos de sofisticación en el arte y la arquitectura. Sobre el legado de una Anatolia selyuquí heredera a su vez de influencias persas, sirias e iraquíes –y depositaria del saber de grandes constructores cristianos en Oriente Próximo–, los emiratos dejaron su impronta en la constante búsqueda de innovaciones artísticas, culturales y sociales en todas las regiones que no habían estado aún en contacto con la cultura turco-islámica. En sólo dos siglos (XIV y XV), esta empresa metódica generó una verdadera cohesión y favoreció el auge del imperio en el siglo XVI. Este itinerario-exposición de Museo Sin Fronteras pretende, así pues, resaltar las innumerables proezas técnicas que, experimentadas en tierras de Anatolia, llevaron a la rica tipología de mezquitas, por ejemplo, a culminar en el templo monumental de cúpula central que pronto glorificaría a la arquitectura otomana. La efervescente inventiva que se observa en los centros culturales y políticos de Milas, Selyuk, Birgi, Manisa, Bursa, Iznik, Çanakkale y Edirne se hace patente en madrasas, mausoleos y edificios civiles como baños y caravasares, donde una densa mezcla de influencias produjo, al final, un estilo coherente y propio, y puso las bases del futuro imperio otomano.