Nicholas Beckett sufre un accidente automovilístico que lo deja en coma por ocho meses. Para su propia sorpresa, puede oír todo lo que dicen a su alrededor en el hospital, incluyendo los enfermeros que lo atienden, los aparatos a los que está conectado, su madre y, por alguna extraña razón, a su antiguo mejor amigo, Christopher Miller.

Y sí, es extraño que esté ahí porque desde hace meses se alejó de él, lo apartó de su vida de la nada y, en conclusión, le hizo entender que su amistad no era tan fuerte como él había creído.

No obstante, allí está. Día tras día. Haya viento o marea o cualquier catástrofe del mundo, incluso su propio padre, sigue ahí, yendo a verlo todos los días, y con el trascurso de las charlas, las confesiones y las disculpas por haberlo abandonado tan bruscamente, las explicaciones de por qué lo hizo y quién estuvo detrás de ello, Christopher comienza a ganarse su corazón de nuevo…

Y a hacer que cambie de parecer y que piense que, tal vez, sí hay amistades que son para siempre.