Nuestra señora del Rosario de Chiquinquirá, historia de una tradición
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By Julio Ricardo Castaño Rueda

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Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, historia de una tradición
es el resultado de una tarea de andariegos. La investigación parte de la
necesidad de explorar los secretos que guarda la memoria cultural colombiana.
El estudio recopila información desde el siglo XVI hasta el presente. El
objetivo de la investigación se desarrolla en dos campos: el tiempo y la
pintura. La cronología muestra la importancia de la Virgen chiquinquireña en
el crecimiento social colombiano. Y la iconografía establece cómo la imagen de
María boyacense traspasó las fronteras de Colombia. La presente edición está
catalogada por los expertos en el tema como una obra sin par dentro de la
Mariología.
La riqueza de la transmisión oral pasa por entre las generaciones de labriegos con sus huracanes de relatos y vivencias hasta estacionarse en el olvido.
La Colombia artesanal y libertadora creció de la mano de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Ella, desde el fascinante Boyacá, extendió su manto para izar la bandera tricolor.
El resto del encuentro, entre el cielo y la tierra de los surcos de dolores, quedó plasmado en el presentimiento de un hojalatero aficionado a la pintura. El artista mezcló su devoción, los matices indígenas y la tradición española para plasmar sobre una manta del algodón muisca a la Virgen Morena.
El legendario siglo XVI cambió de rumbo y los hombres de aquel tiempo hilaron, en el telar de María de Chiquinquirá, la leyenda humilde de un pueblo que asombró al mundo.
La renovación de la imagen (1586) estableció un punto de partida en las preferencias religiosas indígenas. Las costumbres paganas fueron elevadas a la dignidad del sacramento y la evangelización movió los cimientos de la América mestiza.
Ese proceso, desde las fronteras precolombinas hasta nuestros días, es la crónica que los autores del libro han organizado en un listado. La estructura del texto deja de lado cualquier género literario o narrativo para simplemente ensamblar un montón de piezas sueltas.
El rompecabezas de los datos fue armado y dividido en partes para mostrar el recorrido de la advocación chiquinquireña por los siglos colombianos. En cada sección se presenta la información escueta y sin fanatismo. Las ideas son simples porque presentan una obra de consulta.
El tema es el fenómeno mariano tan marcado dentro de las tradiciones culturales raizales. El material fue seleccionado de múltiples fuentes y ordenado cronológicamente para facilitar la lectura, la consulta y la verificación por parte del lector. La estructura general se mueve en dos grandes temáticas: la historia y la iconografía.
La primera ilustra sobre el comportamiento mariano chiquinquireño dentro de la conducta del pueblo, estudia el mestizaje entre la doctrina católica y la cotidiana construcción de la identidad. Las páginas mezclan el proceso del encuentro entre la Virgen María y Colombia.
La segunda parte comprende un pequeño inventario iconográfico. Las piezas pertenecen a varias zonas del país y a las naciones donde se le quiere más que en su propia casa. Los venezolanos la veneran bajo la advocación de Nuestra Señora de Chiquinquirá del Zulia o La Chinita. Los peruanos la festejan el 20 de enero porque la Virgen boyacense se inscribió en las edades de Perú.
En síntesis, el libro busca cerrar una brecha abierta en la nacionalidad por las modas foráneas y el terrible defecto que desprecia lo autóctono.
La riqueza de la transmisión oral pasa por entre las generaciones de labriegos con sus huracanes de relatos y vivencias hasta estacionarse en el olvido.
La Colombia artesanal y libertadora creció de la mano de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Ella, desde el fascinante Boyacá, extendió su manto para izar la bandera tricolor.
El resto del encuentro, entre el cielo y la tierra de los surcos de dolores, quedó plasmado en el presentimiento de un hojalatero aficionado a la pintura. El artista mezcló su devoción, los matices indígenas y la tradición española para plasmar sobre una manta del algodón muisca a la Virgen Morena.
El legendario siglo XVI cambió de rumbo y los hombres de aquel tiempo hilaron, en el telar de María de Chiquinquirá, la leyenda humilde de un pueblo que asombró al mundo.
La renovación de la imagen (1586) estableció un punto de partida en las preferencias religiosas indígenas. Las costumbres paganas fueron elevadas a la dignidad del sacramento y la evangelización movió los cimientos de la América mestiza.
Ese proceso, desde las fronteras precolombinas hasta nuestros días, es la crónica que los autores del libro han organizado en un listado. La estructura del texto deja de lado cualquier género literario o narrativo para simplemente ensamblar un montón de piezas sueltas.
El rompecabezas de los datos fue armado y dividido en partes para mostrar el recorrido de la advocación chiquinquireña por los siglos colombianos. En cada sección se presenta la información escueta y sin fanatismo. Las ideas son simples porque presentan una obra de consulta.
El tema es el fenómeno mariano tan marcado dentro de las tradiciones culturales raizales. El material fue seleccionado de múltiples fuentes y ordenado cronológicamente para facilitar la lectura, la consulta y la verificación por parte del lector. La estructura general se mueve en dos grandes temáticas: la historia y la iconografía.
La primera ilustra sobre el comportamiento mariano chiquinquireño dentro de la conducta del pueblo, estudia el mestizaje entre la doctrina católica y la cotidiana construcción de la identidad. Las páginas mezclan el proceso del encuentro entre la Virgen María y Colombia.
La segunda parte comprende un pequeño inventario iconográfico. Las piezas pertenecen a varias zonas del país y a las naciones donde se le quiere más que en su propia casa. Los venezolanos la veneran bajo la advocación de Nuestra Señora de Chiquinquirá del Zulia o La Chinita. Los peruanos la festejan el 20 de enero porque la Virgen boyacense se inscribió en las edades de Perú.
En síntesis, el libro busca cerrar una brecha abierta en la nacionalidad por las modas foráneas y el terrible defecto que desprecia lo autóctono.