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En ejercicio del cargo de asesor del Cabildo de Santafé de Bogotá, Camilo Torres redactó el documento “Representación del Cabildo de Santafé, capital del Nuevo Reino de Granada, a la Suprema Junta Central de España, en el año de 1809”, texto conocido como “Memorial de agravios”.
Escrito a fines de 1809, cuando era más incierta la situación política en Europa, y dado a la luz pública un año antes de los sucesos del 20 de julio en Santafé, el Memorial circuló activamente en copias por Santafé de Bogotá y vino a ser uno de los elementos determinantes en el desarrollo del grito de independencia del Nuevo Reino de Granada.
Torres comprendía muy bien que la situación política entre el reino y sus colonias no admitía alternativas, y que debía ser planteada en términos excluyentes: rey o pueblo, absolutismo o democracia, monarquía o república. Debido a que Torres se desempeñaba como asesor del Cabildo, un escrito destinado a la Junta que representaba al rey, en momentos en que la estructura colonial se encontraba aún en pie y con un virrey a quien respaldaban las armas, hicieron que Torres apelara a los recursos de la dialéctica para enmascarar con un discurso respetuoso la circunstancia que era la base del Memorial: la sustitución de la autoridad monárquica por el régimen representativo.
Todo el Memorial no es más que un ataque al poder absoluto con el arma de la justificación de un gobierno en que el pueblo, por medio de sus representantes legítimos desarrolla sus funciones y prerrogativas esenciales. Es cierto que la idea aparente de Torres fue dar a entender que la finalidad del documento era la de ejercer un legítimo derecho de reclamación ante el rey de España para lograr una mayor representación ante la Corona, pero su intencionalidad profunda es la de preconizar que el sistema representativo es la meta ideal de gobierno para América.
Sucedió al Memorial lo que a muchas obras de valor eximio consagradas en su hora, y sobre las cuales vino a producirse con el correr del tiempo un consenso de admiración convencional y un tanto inconsciente, basado de modo exclusivo en los criterios de autoridades históricas o jurídicas, pero que no se conocen de primera mano por parte del público.
El “Memorial de agravios” es el documento que unió y dio coherencia jurídica a la reclamación de las Colonias de una forma de gobierno representativo.
Escrito a fines de 1809, cuando era más incierta la situación política en Europa, y dado a la luz pública un año antes de los sucesos del 20 de julio en Santafé, el Memorial circuló activamente en copias por Santafé de Bogotá y vino a ser uno de los elementos determinantes en el desarrollo del grito de independencia del Nuevo Reino de Granada.
Torres comprendía muy bien que la situación política entre el reino y sus colonias no admitía alternativas, y que debía ser planteada en términos excluyentes: rey o pueblo, absolutismo o democracia, monarquía o república. Debido a que Torres se desempeñaba como asesor del Cabildo, un escrito destinado a la Junta que representaba al rey, en momentos en que la estructura colonial se encontraba aún en pie y con un virrey a quien respaldaban las armas, hicieron que Torres apelara a los recursos de la dialéctica para enmascarar con un discurso respetuoso la circunstancia que era la base del Memorial: la sustitución de la autoridad monárquica por el régimen representativo.
Todo el Memorial no es más que un ataque al poder absoluto con el arma de la justificación de un gobierno en que el pueblo, por medio de sus representantes legítimos desarrolla sus funciones y prerrogativas esenciales. Es cierto que la idea aparente de Torres fue dar a entender que la finalidad del documento era la de ejercer un legítimo derecho de reclamación ante el rey de España para lograr una mayor representación ante la Corona, pero su intencionalidad profunda es la de preconizar que el sistema representativo es la meta ideal de gobierno para América.
Sucedió al Memorial lo que a muchas obras de valor eximio consagradas en su hora, y sobre las cuales vino a producirse con el correr del tiempo un consenso de admiración convencional y un tanto inconsciente, basado de modo exclusivo en los criterios de autoridades históricas o jurídicas, pero que no se conocen de primera mano por parte del público.
El “Memorial de agravios” es el documento que unió y dio coherencia jurídica a la reclamación de las Colonias de una forma de gobierno representativo.