Memoria razonada de las salinas de Zipaquirá
ebook ∣ Economía colombiana
By Alexander von Humboldt

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En 1799, el barón Alexander von Humboldt embarcó en el puerto de La Coruña, España, con el objeto de efectuar un viaje de estudios y observación alrededor del planeta.
Arribó a las costas venezolanas. De allí fue a Cuba, y en 1801 se dirigió a Cartagena, pero un error de navegación hizo que desembarcara en la bahía de Cispata, en la desembocadura del Sinú. El 13 de abril de ese mismo año, Humboldt y sus compañeros salieron de Cartagena con rumbo a Bogotá, adonde arribaron el 15 de julio, luego de recorrer el Magdalena medio.
Una vez en Bogotá, Humboldt efectuó excursiones de reconocimiento a los montes de Monserrate, Guadalupe al salto de Tequendama, a Soacha, la laguna de Guatavita y las salinas de Zipaquirá.
Era ineludible que el Barón se sintiera atraído por las minas de sal gema. Las características singulares de la formación mineral, el valor histórico como pieza fundamental del comercio precolombino en el Nuevo Mundo, y como banco de pruebas para técnicas de explotación mineral, eran elementos demasiado atractivos para el interés investigativo de este sabio. Humboldt escribió la obra Memoria raciocinada de las salinas de Zipaquirá en los últimos días de agosto de 1801, poco antes de partir hacia el sur del continente, a solicitud del virrey don Pedro Mendinueta y Múzquiz. El manuscrito del investigador alemán está redactado en castellano, y es un documento concebido con el rigor científico en la observación y descripción que caracterizan la obra del barón von Humboldt. El tema de una mina de sal era apropiado para el naturalista, ya que había trabajado en esta área en Europa. Por ello, mientras desarrollaba esta labor debió sentirse a sus anchas.
Este documento —uno de los primeros análisis técnicos acerca de las riquezas del Nuevo Reino de Granada—, tiene el mérito adicional de que su autor es una de las glorias de la humanidad: investigador multidisciplinario, viajero audaz y uno de los hombres que pusieron las bases de ese libro monumental que se llama Historia de la Ciencia. Como dato adicional, encontramos estas palabras referentes a la inadecuada explotación de las salinas de Zipaquirá en el prólogo de la edición de Memoria raciocinada de las salinas de Zipaquirá editada en 1952 por Publicaciones del Banco de la República: “[…] el opúsculo en referencia es un claro ejemplo de cómo a través de largos períodos —ciento cincuenta años en el presente caso— determinados problemas subsisten con características de similitud impresionante”.
Arribó a las costas venezolanas. De allí fue a Cuba, y en 1801 se dirigió a Cartagena, pero un error de navegación hizo que desembarcara en la bahía de Cispata, en la desembocadura del Sinú. El 13 de abril de ese mismo año, Humboldt y sus compañeros salieron de Cartagena con rumbo a Bogotá, adonde arribaron el 15 de julio, luego de recorrer el Magdalena medio.
Una vez en Bogotá, Humboldt efectuó excursiones de reconocimiento a los montes de Monserrate, Guadalupe al salto de Tequendama, a Soacha, la laguna de Guatavita y las salinas de Zipaquirá.
Era ineludible que el Barón se sintiera atraído por las minas de sal gema. Las características singulares de la formación mineral, el valor histórico como pieza fundamental del comercio precolombino en el Nuevo Mundo, y como banco de pruebas para técnicas de explotación mineral, eran elementos demasiado atractivos para el interés investigativo de este sabio. Humboldt escribió la obra Memoria raciocinada de las salinas de Zipaquirá en los últimos días de agosto de 1801, poco antes de partir hacia el sur del continente, a solicitud del virrey don Pedro Mendinueta y Múzquiz. El manuscrito del investigador alemán está redactado en castellano, y es un documento concebido con el rigor científico en la observación y descripción que caracterizan la obra del barón von Humboldt. El tema de una mina de sal era apropiado para el naturalista, ya que había trabajado en esta área en Europa. Por ello, mientras desarrollaba esta labor debió sentirse a sus anchas.
Este documento —uno de los primeros análisis técnicos acerca de las riquezas del Nuevo Reino de Granada—, tiene el mérito adicional de que su autor es una de las glorias de la humanidad: investigador multidisciplinario, viajero audaz y uno de los hombres que pusieron las bases de ese libro monumental que se llama Historia de la Ciencia. Como dato adicional, encontramos estas palabras referentes a la inadecuada explotación de las salinas de Zipaquirá en el prólogo de la edición de Memoria raciocinada de las salinas de Zipaquirá editada en 1952 por Publicaciones del Banco de la República: “[…] el opúsculo en referencia es un claro ejemplo de cómo a través de largos períodos —ciento cincuenta años en el presente caso— determinados problemas subsisten con características de similitud impresionante”.