¿Se puede ser mortal y ser feliz?, se pregunta acaso la mujer que se hamaca en el sillón del geriátrico. O la recién accidentada cada vez que la invade esa ola suave de sombra, de menta y de seda. O Silvia y Lisandro mientras se aman a la luz de la luna; Magdalena, en el momento de realizar su último deseo; Shlomo, al tiempo que toma notas para el libro de todos... La muerte —su idea, su presencia— planea sobre las palabras de este libro como un águila. Pero la felicidad —"esa dulce y amable obligación", como la describía Thomas Mann— no le va en zaga, así aparezca camuflada de amor, de risa, de belleza o de maravilla. Y en ese combate, parecen decirnos los personajes, casi nunca hay un vencedor claro. La fascinación que ejercen estas historias es poderosa y sutil. La escritura de Angélica Gorodischer crea una proximidad mágica entre la autora, los personajes y el lector. Ya sólo por su belleza agridulce y por la fuerza artística que respira cada una de sus páginas, Menta merece figurar entre los mejores libros de cuentos de la literatura argentina.