La serpiente, el jaguar, el quetzal, la guacamaya, el cocodrilo, el venado... la zoología mitológica de los mayas parece inacabable. A ella se suma la sacralización de las piedras, del agua, del viento, de las montañas, del cielo, de la tierra y, no puede olvidarse, de la flora. Esto supone que el pensamiento religioso de los mayas ha dotado a su medio ambiente natural de vida y sacralidad. La cosmovisión mayanse, en los textos coloniales indígenas y en los informes antropológicos del siglo XX, se muestra sensible a la unidad de la naturaleza y a la interdependencia del hombre con su medio. En este contexto es explicable que los árboles hayan sido vehículos para la manifestación de lo sagrado, un símbolo a través del cual el hombre religioso podía comprenderse a sí mismo y al cosmos. Este es el propósito del presente libro, desentrañar el simbolismo del árbol y con él tratar de explicar cómo se concibió el origen y la estructura del universo.