Cuando los profesionales de la salud atienden a un paciente relacionado con el alcoholismo reconocen que se trata de una “enfermedad familiar”. Primero debido a que su familia sufre las consecuencias derivadas de un ambiente familiar distorsionado por la enfermedad, con graves repercusiones económicas en los niveles individual, familiar, social y nacional; y en segundo lugar, porque las familias pueden promover el alcoholismo. Su frecuencia y repercusiones han generado una demanda social y gubernamental de programas de intervención preventiva sobre poblaciones de alto riesgo con relación al consumo de alcohol.En contraste, el consumo de alcohol es socialmente aceptado, está integrado a la cultura e incluso llega a ser indicado como factor protector ante la enfermedad isquémica del corazón. A la fecha recuerdo mi primer encuentro con el alcoholismo y la cirrosis. Se dio al cursar el segundo año de Medicina, cuando todavía no tenía clara la envergadura de esta enfermedad y me impresionaban más los datos clínicos y paraclínicos del paciente que la complejidad multidisciplinaria que encubría al respecto mi falta de conocimiento. Sin embargo, ese paciente generó en mí la necesidad de comprender la fisiopatología. El reto fue consultar textos diversos para incursionar en la diversidad disciplinaria de conocimientos e integrarlos para lograr el objetivo: atender las necesidades médicas del paciente. Para quien se encuentra en formación, este proceso no siempre se facilita. A esta complejidad viene a responder el caudal de experiencias y conocimientos que sobre el alcohol, el alcoholismo y la cirrosis vierten los diversos expertos que colaboran en este texto organizado por el doctor José Antonio Morales González, especialista en ciencias biomédicas con particular desarrollo en el estudio del hígado.Así tenemos que la obra inicia por revisar la concepción antigua sobre los usos y aplicaciones del alcohol y su vínculo con la religión, cómo el enfoque ecológico hace evidente la multicausalidad y da pauta para comprender el alcoholismo como construcción social a partir de la dinámica socioeconómica, cultural y familiar, además de los efectos físicos, psicológicos y sociales del abuso y la dependencia al alcohol que se dejan sentir tanto en los individuos y sus familias como en el sistema de salud, la sociedad y el país en general.