Esto le ocurre a los programadores todo el tiempo, aunque tratar con estos problemas es muchas veces más complejo de lo que debería ser, porque temas como prueba, depuración, portabilidad, rendimiento, alternativas de diseño y estilo -la práctica de la programación-, no suelen ser el foco de atención de los cursos de computación o de programación. La mayoría de los programadores los aprenden penosamente a medida que van adquiriendo experiencia, y algunos otros nunca los llegan a aprender. En un mundo de interfaces enormes e intrincadas, herramientas, lenguajes y sistemas en constante cambio, e implacable presión por tener más de todo, uno puede perder de vista los principios básicos -simplicidad, claridad, generalidad- que sustentan al buen software. También puede descuidarse el valor de las herramientas y notaciones que mecanizan parte de la creación de software e incorporan a la computadora en su propia programación. Nuestro enfoque en este libro está basado en esos principios fundamentales e interrelacionados, que se aplican en todos los niveles de la computación: simplicidad, que mantiene los programas breves y manejables; claridad, que garantiza que sean fáciles de entender, tanto para las personas como para las máquinas; generalidad, que significa que trabajarán bien en una amplia gama de situaciones y se adaptarán bien a medida que surjan situaciones nuevas; y automatización, que permite que sea la máquina la que haga el trabajo por nosotros, liberándonos de tareas