Un libro es grande cuando va dirigido a alguien. Es el ser humano el que le da sentido a las emociones, al sentimiento, a los pensamientos y, en último caso, a las pasiones, a los torbellinos de la existencia.
Por alguna extraña fórmula de los misterios del amor, siempre he amada a Celia. Por alguna tormenta en los espacios intransitables de la eternidad, siempre la recuerdo y su imagen me acompaña persistentemente a donde quiera que vaya.
Es la intensidad del amor la que nos marca para la eternidad. Después de todo no es el tiempo ni las personas y, a lo mejor, ni las circunstancias propias de la vida diaria que nos marcan, sino la fuerza fulminante con la que nuestras almas se enlazaron en un universo de fuego, dulzura y eternidad.
Tal vez si regresara el reloj de la existencia y continuáramos el romance, tal vez, no sería lo mismo. Solo fue lo que fue porque ya fue y porque fue cuando fue. Ese es el misterio del amor.
Ame a Celia, la he amado y creo que la amaré por toda la eternidad.
Fue uno de esos amores que nos atrapan desprevenidos...
Fue uno de esos amores que te azotaron donde más te duele: el corazón...
Fue uno de esos amores, que te inician el alma en el dolor, en la alegría...
Lo valioso de este libro es que está dedicado a alguien, lo demás solo es amor.