En una época de exposición incesante, el sufrimiento se ha vuelto, al mismo tiempo, excesivamente visible y radicalmente invisible. Este libro ofrece una reflexión filosófica sobre la herida que no encuentra espacio: la que no emociona, la que no se puede contar, la que no genera reacción. Cuando la positividad se impone como norma y la fragilidad debe ser expresiva, ¿qué sucede con quienes sufren en silencio? Inspirado por filósofos como Simone Weil, Nietzsche, Kierkegaard, Foucault y Pascal, este ensayo no trata el sufrimiento como enfermedad, sino como experiencia que escapa al lenguaje, al mercado emocional y a toda forma de estetización. Una invitación silenciosa a mirar donde ya ninguém mira — y a escuchar donde aún no se sabe hablar.