Trent

Todo el mundo adoraba mi tranquilo pueblo natal. De adolescente, no lo entendía, pero yo no era como los demás. Era el Chico Dorado. El hijo del pueblo. Aquel del que todos querían algo.

Las cosas habían cambiado desde que me fui. Nadie me conocía ya. Podía ir y venir a mi antojo. Me dejé llevar. Me permití creer que era uno de ellos. Que podía tener un romance pasajero con una chica del pueblo y todo iría bien.

Fue más que bien. Fue ardiente como el pecado. Ella era...

Una maldita mentirosa.

Finley

Nunca había forasteros en mi pequeño pueblo. Conocer a uno era como encontrar un unicornio. Y ¿ese hombre? Definitivamente era una rareza.

Solo fue una noche. Una vez. Se suponía que no volvería a verle jamás. No era una chiquilla tonta que pensaba que un rollo de una noche iba a llevar al amor verdadero.

Pero sí llevó a algo. Algo que me obligó a buscarle de nuevo.

Y decirle que iba a ser padre.