Camila Findlay ya no es la misma. Atrás quedaron las vendas, el miedo a hablar y la culpa que la ataba al pasado. En Nueva York, junto a Liam, comienza a reconstruirse —cuerpo, mente y alma— mientras el mundo exterior observa, juzga y especula. Gaia's Cry avanza con fuerza, captando la atención de los medios, los fans y un mercado que no siempre respeta la esencia de quienes crea. Las canciones crecen, pero también las presiones. ¿Cuánto pueden negociar sin perder su identidad?

Mientras tanto, un eco resuena desde el otro lado del mundo. En Kyiv, en medio de una Europa convulsionada por los conflictos de 2014, un músico rebelde es arrestado en plena transmisión. El video impacta a Camila, que escribe una canción en su honor: Una Voz en Kyiv. Esa canción cruzará fronteras y tocará una fibra que ni ella ni él imaginan. Es allí donde el nombre de Maksym Lysenko aparece por primera vez. Y con él, un nuevo hilo empieza a tejerse en la historia.

Pero el centro del huracán sigue siendo su vínculo con Liam. La relación, aunque sólida, se convierte en blanco de los medios. La prensa no perdona que se hayan enamorado siendo hermanastros. La familia Findlay entra en colapso. Camila es perseguida por cámaras, manipulada por titulares. Y entonces, el foco cambia de dirección: Romina, su madre, es acosada por periodistas hasta el punto de quiebre. Su silencio frente a una pregunta directa —¿quién es el padre de Camila?— desata una ola de sospechas y rumores que no tardan en llegar a oídos inesperados.

Entre canciones, entrevistas, terapias, huidas y confesiones, Camila se enfrenta a su mayor encrucijada: vivir con la verdad, aunque duela, o seguir cargando con las omisiones heredadas.

En paralelo, en Verona, Paolo Sartori sigue creciendo —como ciclista, como hijo, como ser humano— sin saber que su destino ya está entrelazado con una historia que aún desconoce. Su creciente popularidad lo lleva a enfrentar, por primera vez, el amargo sabor del escrutinio mediático. Que su madre sea una figura política influyente, y que su equipo esté auspiciado por una marca en ascenso, lo expone a una visibilidad que nunca buscó, ni pidió.

Pero entre entrenamientos, podios y titulares, Paolo también descubre algo nuevo: el primer amor. Uno que no necesita promesas ni discursos, y que se basta con compartir un helado, una caminata por la plaza o una sonrisa que dura más que cualquier trofeo. Es un amor sencillo, tímido, lleno de luz... justo antes de que el mundo empiece a volverse más complicado.

Y en Kyiv, Maksym comienza a hacer preguntas que lo llevarán, sin saberlo, hacia el lugar donde todo comenzó.

Este cuarto volumen de Canción a Verona marca un punto de inflexión. Las voces que antes callaban ahora cantan, escriben, gritan. Las rebeldías dejan de ser juveniles para volverse necesarias. Y entre luces de escenario, cicatrices recientes y secretos aún no revelados, los personajes descubren que la libertad también se paga con valentía.