Verona, en los últimos días de verano, no solo se convierte en el escenario de un festival de música inolvidable, sino también del florecimiento de un vínculo férreo entre Camila y Paolo. Un vínculo que, como ellos descubren en este tomo, había empezado muchos años atrás sin que ellos lo supieran.

La presión mediática empieza a hacerse presente y el tiempo que les queda para estar juntos se acorta cada vez más, llevándolos a decisiones nada típicas en ellos, pues solo existe un deseo: aprovechar cada instante a plenitud.

La inevitable despedida deja huellas imborrables, y ellos deben aprender a soltar sin romper, a confiar sin promesas.

El regreso de Camila a Los Ángeles la confronta con su pasado reciente y con una familia inesperadamente distinta. Mientras tanto, Paolo, desde el otro lado del mundo, se aferra al movimiento para no ceder al vacío. En su bicicleta, en los silencios del entrenamiento, en el acompañamiento de su equipo, busca respuestas que lo ayuden a sostener lo que ha comenzado a sentir.

Pero sus corazones no aceptan ni entienden la palabra "adiós". Entre las videollamadas al amanecer y canciones que nacen de la ausencia, ambos descubren que el amor también puede construirse en la distancia. Y las despedidas no son necesariamente un final, sino la pausa para reforzar algo que ellos saben con certeza: buscarán las maneras de reencontrarse.