La vida familiar está hecha de capas, como una cebolla: recuerdos, anécdotas, rencores y secretos que se entrelazan para formar un entramado único y frágil. Cada miembro aporta una pieza, a veces brillante, a veces quebrada, pero todas igualmente necesarias para sostener el todo. Así, una familia puede ser, al mismo tiempo, refugio y prisión, nido y jaula. Luis, el hijo que carga con el peso del sacrificio, navega entre la lucidez y la desconexión, enfrentando las imposiciones y expectativas de una familia numerosa, tan unida como disfuncional. El relato se adentra en las historias que orbitan a su alrededor: los sueños de grandeza de un padre rígido, las contradicciones de una madre entre lo real y lo ideal, y los múltiples hermanos, cada uno intentando sobrevivir al legado emocional que los precede. En este mosaico, la casa familiar se convierte en un escenario donde las heridas del pasado y las tensiones del presente conviven en un equilibrio precario. Alejandro Navarro trasciende el ámbito de lo personal para abrirse a preguntas universales sobre la identidad, la locura y el papel de la familia en nuestras vidas. Porque al final, nadie escapa de su litera, aunque algunos, como Luis, aprendan a vivir en sus barreras, asomados al precipicio.