Vivir como Jesús vivió en la tierra es un privilegio.

También es una gran responsabilidad y una cruz difícil de llevar, ya que implica sacrificio, persecución, devoción, fe, servicio y oración, mucha oración.

Jesús quería que lo siguiéramos y hiciéramos más discípulos para Él.

Para sanar, inspirar y despertar corazones que sufren de ceguera espiritual.

Para disipar la oscuridad de este mundo mediante la luz del Espíritu Santo, su don para nuestras almas.

Así como el Hijo de Dios hace todo lo que ve hacer a su Padre Celestial, de la misma manera, los auténticos seguidores de Jesús hacen todo lo que ven hacer a su Salvador para aliviar el sufrimiento de este mundo mediante las bendiciones del espíritu de su Padre Celestial.

​​​​​​​El ministerio invaluable de los auténticos seguidores de Jesús es servir a Jesús y dar frutos para glorificar a nuestro Padre Celestial, compartiendo su mensaje de amor y salvación con los demás, animándolos a seguir un camino de sanación personal para expulsar sus demonios internos, restaurar su visión espiritual y conmover sus corazones paralizados y cojos para que vuelvan a la vida.