Thomas, de 33 años, profesor de filosofía, lleva una vida tranquila y casi monótona en Lyon. Una mañana, llama a su hermana para hablarle de un recuerdo de infancia. ¿Su hermana? Nadie la conoce. Ni siquiera su madre. Peor aún: no encuentra ninguna foto de ella. Parece que nunca hubiera existido.

Pensando al principio que se trata de un trastorno psicológico, Thomas consulta a especialistas, investiga, busca. Pero cada día, otra persona importante desaparece. Un amigo de la infancia. Una exnovia a la que aún amaba. Luego sus padres. Solo él conserva la memoria de esas personas. Intenta desesperadamente dejar huellas (escribir sus nombres, grabar recuerdos), pero cada huella se borra. Las palabras se deshacen. Los videos se distorsionan. Los nombres pierden su significado.

Un día conoce a una mujer, Maëlle, que también parece recordar a personas "desaparecidas". Juntos buscarán una respuesta: ¿sueño? ¿delirio colectivo? ¿castigo divino? ¿bucle temporal? ¿realidad alternativa?

El final será desgarrador: Thomas se da cuenta de que no es el mundo el que olvida a los demás, sino él quien se desvanece poco a poco, condenado a desaparecer de un mundo que ya no lo reconoce — hasta que solo quede el recuerdo de Maëlle. Una huella de amor, en un mundo sin memoria.