No es un libro. Es una maldición interactiva.

¿Te gustan los thrillers que te persiguen hasta el baño a las 3:33 a. m. y los villanos que te susurran en latín mientras te preparás un café? Esto no es una novela. Es un rompecabezas literario donde vos sos el personaje. Si no resolvés los acertijos, el bibliotecario quemado (un tipo con más cicatrices que respuestas y un humor negro digno de un cementerio) te convertirá en una nota al pie de sus cuadernos malditos.

Ambientes que te harán revisar las cerraduras: bibliotecas con pasadizos a mil novecientos setenta y ochoe, relojes que cuentan tu vida hacia atrás y un colegio donde los estudiantes desaparecen... pero sus nombres siguen en la lista de asistencia. Cuidado: si solo leés, perdés. Si te involucrás, podés terminar como Adela Neón, la estudiante rebelde que dejó grafitis neón como pistas... o como el pobre boludo que firmó un pacto pensando que era un meme.

¿Por qué querés tener este libro en tu mesita de luz?

Advertencia: No apto para los que creen que los finales felices existen. O para los que duermen sin revisar debajo de la cama.