Nuestra alma es un vínculo energético divino entre nuestro ser interior y el espíritu de Dios, nuestro creador.

Nos ayuda a funcionar en este reino material tridimensional, a través del cual nos manifestamos en un cuerpo físico que, lamentablemente, padece una naturaleza caída, propensa al pecado debido al pecado original.

Satanás, el gobernante de este mundo, quiere destruir a todos los seres humanos porque heredaron la filiación con nuestro Padre Celestial mediante la redención de la humanidad realizada por Jesucristo, una filiación que él perdió para siempre. Su objetivo es agotar y acabar con la energía de nuestras almas mediante una guerra mental para contaminar nuestras mentes y oscurecer nuestros corazones con sus mentiras.

Solo caminando con Cristo nos asegura y nos protege, y nuestras almas florecen con la energía de nuestro Padre Celestial.

Una vez purificados y libres de todo pecado, seremos guiados a identificarnos con su Espíritu Santo en su totalidad y a ser transformados en personas espirituales.

​​​​​​​Entonces, seremos rescatados de los peligros de este mundo quebrantado, y nada podrá dañar ni amenazar nuestras almas nunca más.