¿QUIERES DISFRUTAR DE LA MARAVILLOSA HISTORIA DE LOS DALLAS MAVERICKS?

Cuando los Mavericks nacieron en 1980, pocos podían predecir en lo que se convertirían. El primer atisbo de verdadera esperanza llegó a mediados de los 80 con el trío formado por Mark Aguirre, Rolando Blackman y Derek Harper. Juntos dieron a los Mavericks su primera muestra de respetabilidad, metiéndose de lleno en los playoffs y encendiendo los sueños de algo más grande. Pero justo cuando los Mavericks habían llegado, desaparecieron. Los 90 fueron una década de desesperación. El talento disminuyó, la disfunción fluyó y el equipo cayó en una espiral de irrelevancia. Los entrenadores iban y venían. Las selecciones del draft se esfumaron.

Y entonces llegó la tormenta del cambio. A finales de los 90 se abrió un nuevo capítulo, caótico, emocionante y sin precedentes. Primero llegó Don Nelson, el genio loco de la estrategia baloncestística, con sus esquemas poco ortodoxos y su afición al riesgo. Luego llegó el atraco del día del draft que cambiaría el futuro para siempre. Dirk Nowitzki, un larguirucho y torpe adolescente alemán con un corte de pelo raro y un salto tan suave como la seda, aterrizó en Dallas entre poca fanfarria. Se convertiría no sólo en el rostro de los Mavericks, sino en el alma de la franquicia. Cuando Dirk jugó su último partido en 2019, la efusión de emoción no fue solo por el baloncesto. Se trataba de la familia. Se trataba de decir adiós al jugador que había crecido con la ciudad, que había encarnado sus mejores rasgos.

Y entonces -casi como un regalo de los dioses del baloncesto que no estaban dispuestos a dejar que la llama se apagara- llegó Luka Dončić. Si Dirk era el alma, Luka se convirtió en la chispa. Luka, un prodigio esloveno que parecía haber nacido para los grandes escenarios, devolvió al baloncesto de Dallas la arrogancia, la creatividad y el sentido de la maravilla.

Este libro pretende recogerlo todo: las leyendas, los desengaños, el crecimiento y la locura. No es sólo un recuento de temporadas y estadísticas. Es una inmersión profunda en la cultura de un equipo que ha reflejado su ciudad: diversa, dinámica, resistente. Dallas siempre ha sido un lugar donde se premia la audacia, donde la reinvención es posible, donde la lealtad es profunda. Los Mavericks han encarnado ese espíritu en todo momento.

Esto son los Dallas Mavericks.

Bienvenidos al legado.