Una posada frente al mar, una mujer que la regenta, un frustrado amor de juventud, extraños huéspedes. Personajes cuyos caminos buscan imposibles tales como una chispa vital, una vía de escape, un modo de vengarse... Vidas rotas que coinciden en tiempo y lugar. Vidas que han encajado mal en su molde y aspiran de algún modo a su redención sin salir de su aislamiento.

La lluvia fina, el mar bravo y una gran tormenta les servirán de estímulo y de unión, y tal vez no será como esperaban, pero harán que cambien. Los transformarán de manera definitiva.

La posada del fin del mundo es una reflexión sobre la soledad, sobre cómo manejamos el tiempo que se nos ha dado.

Es una invitación a arriesgarse por lo que uno quiere, a luchar contra lo que nos frena en esa empresa. A atreverse a vivir.

«Encuentra eso que amas y deja que te mate lentamente».