Hablar de corrupción, es hablar de un viejo conocido, desde el campo social y aún más desde el campo jurídico, básicamente porque hay que reconocer que la corrupción en el ámbito de lo público, es tan vieja como el poder mismo; igualmente conocidos son los esfuerzos por erradicarla y el derecho penal no podía ser ajeno a esto, por el contrario es quizás la herramienta más agresiva que el Estado tiene a su disposición para procurar contrarrestar este fenómeno. Pero el hecho de hablar de un viejo conocido, no quiere decir que ya tengamos la fórmula para anularlo o por lo menos minimizarlo al máximo, y esto es así, por cuanto la corrupción y sus modalidades al igual que muchas conductas delictivas, evoluciona de manera paralela de la misma forma en que lo hacen las sociedades, lo cual genera una mutabilidad constante del fenómeno que implica siempre nuevos retos, tanto para el derecho y específicamente para el derecho penal. Fragmento tomado de la Introducción