Ser migrante en Madrid es sobrevivir al frío, los alquileres imposibles y las aplicaciones de delivery. Es un ejercicio diario de equilibrio: entre las rotondas que Google Maps no entiende, los clientes que te miran como si fueras invisible y las ganas de mandarlo todo al carajo para pedirte una cerveza. Manuel Pino Agudelo cuenta la historia de un colombiano que intenta pedalear su vida en una ciudad que lo empuja intensamente pero también lo abraza con su caos. Entre cenas de microondas, cuentas bloqueadas y polvos que saben más a despedida que a placer, el protagonista camina —y pedalea— las calles de Madrid con un humor que corta como navaja. La ciudad es el gran telón de fondo de un teatro donde los personajes son riders, camareros, africanos vendiendo «cócteles comprimidos» y venezolanos que transforman la tragedia en chistes de antología. Es una historia de supervivencia, amistad, sexo sudado, lugares que huelen a desarraigo y gente que encuentra maneras creativas de seguir adelante. Pino Agudelo le pone palabras a esas vidas al margen, al miedo de volverse una «ballena» atrapada en el sistema, y a esa sensación tan migrante de estar en todas partes y en ninguna al mismo tiempo. Hamburguesas irregulares y ballenas se lee como un viaje en bici cuesta arriba: duele, pero no quieres que termine.