Este audiolibro está narrado por una voz digital.

Estaban solos en una sala rectangular, de regulares dimensiones, sin puertas ni ventanas al parecer, pero en la que se disfrutaba de un clima ideal, gracias a los fabulosos recursos de la técnica del siglo XXIII.

No había otro mobiliario que la silla y el casco que pendía del techo. Ni adornos. Aquello era la pequeña sala de Justicia en una población pequeña, como era Minor, con dieciocho kilómetros cuadrados de extensión y una población de diez mil almas.

¡La ley debía actuar inexorablemente!

Augusto Bellone estaba allí para comparecer ante la justicia, acusado de un grave delito de «error» técnico en su profesión. Y equivocarse en un trabajo, que había costado la vida a un ser humano, tenía su castigo.

Por ello, el joven ingeniero comparecía ante la justicia.