El rufián moldavo

ebook

By Edgardo Cozarinsky

cover image of El rufián moldavo

Sign up to save your library

With an OverDrive account, you can save your favorite libraries for at-a-glance information about availability. Find out more about OverDrive accounts.

   Not today

Find this title in Libby, the library reading app by OverDrive.

Download Libby on the App Store Download Libby on Google Play

Search for a digital library with this title

Title found at these libraries:

Library Name Distance
Loading...
Las historias no se inventan, son. A partir de esta convención tácita y esta convicción cardíaca, la primera novela de Edgardo Cozarinsky encuentra e inaugura los puntos cardinales de una intriga apasionante, apasionada. Las confluencias definen un sistema único al que asisten con puntual decisión un suburbio parisiense, una casa mala de Tres Arroyos o de Ingeniero White, noches escotadísimas donde una pareja dibuja las figuras inconfundibles del arquetipo en la taconeante y angosta travesía inicial del tango. Como si convergieran las ficciones de escritores tan caros a la tradición novelesca centroeuropea como Joseph Roth y Leo Perutz y los barrios de los primeros poemas de Borges, El rufián moldavo celebra una ceremonia que los lectores argentinos reconocemos y agradecemos, que acrecienta en sedentarios y nómadas una especie de áspera nostalgia reconocible en la violenta intemperie del exilio o del exilio interior. Como bagaje de un oficio cuyo ejercicio de observación resulta incesante –cineasta, cronista, narrador–, esta novela nos premia con imágenes y escenas que incorporamos sin ambages a la memoria personal. ¿Llega el olor del mar a Tres Arroyos? Ninguna de las preguntas que El rufián moldavo plantea es meramente retórica ni decorativa; cada respuesta, diseminada y diversa, proporciona una razón esencial. La serena, sobria prosa narrativa de este libro inconmensurable nos arroja como propios y pertenecientes a la memoria de cada uno la certidumbre de Alberto Tabbia que es el epígrafe, el exergo proverbial de la novela: "Para hablar con los vivos necesito palabras que los muertos me enseñaron".
El rufián moldavo