¿Cómo pudo el protagonista de esta historia marcada por la orfandad vencer todas las batallas, las privaciones, y afrontarse a su realidad con entereza? Es simple la respuesta, no hay magia: descubrió que con humildad se ganan las más arduas batallas. Basta tener en cuenta los valores, el respeto, la honestidad y responsabilidad. La buena enseñanza y los buenos ejemplos hacen la diferencia en la etapa de la niñez. Yanguito supo asimilar tales enseñanzas que lo hicieron una persona de bien. Verdaderamente un ser iluminado, un amigo sincero, un ciudadano que enalteció a su pueblo. Su ejemplo de vida fue la mayor herencia que dejó a toda su descendencia, la cual seguramente transcenderá en el tiempo. Tuvo la dicha de vivir muchos años, sosteniendo siempre que somos tan solo un grano de arena en la inmensidad del universo, por esto debemos encontrar la sabiduría del bien vivir, ya que así como vinimos al mundo nos vamos, desnudos y sin llevar nada más que lo vivido.