Queriendo querer estar consagrado a Dios, es un camino sin fin, con subidas y bajadas, colinas y barrancos, nieve y calor abrasador.

No hay un mapa confiable, solo ansias interminables, confusión mental y dudas en cada curva del camino.

¿Adónde ir ahora a la derecha o a la izquierda?

Anhelando llegar a un destino más elevado, pero sabiendo que nuestro vehículo no podrá llegar hasta él.

Los deseos de la carne nunca pueden convertirse en espíritu.

La vida carnal debe ser cortada y crucificada.

Es el camino de la carne o el camino hacia el espíritu.

Sólo el Espíritu Santo, al morar en él, puede hacer espiritual al hombre.

O nos sometemos a la voluntad de nuestro mundo a través del festín de los sentidos o a la voluntad de Dios a través de una firme Fe espiritual.

Estamos destinados a ser fantasmas del mundo o seres reales en el plano espiritual.

Y mientras tanto, nuestro mundo se está destruyendo a sí mismo.

Una nueva naturaleza espiritual se revela a la humanidad como una posibilidad real en esta vida, pero sólo si permanecemos en el sacrificio de nuestra cruz, que requiere total obediencia a la voluntad de nuestro Padre celestial.

Esto es lo que significa ser santo.