El Siete aún continúa con su palpitar. La juventud se le ha escapado, los años seniles van marcando su tiempo. Pero seguirá en busca de vaciar muchas de sus inquietudes. Aunque no figura cada detalle de su vida, sí ha tratado de abarcar los aspectos más importantes de su existir. Aún quedan muchas cosas por allá adentro que se van a ir quedando en el olvido, algunas con toda la intención, otras muchas por respeto y temor; pero como ser humano con muchas deficiencias, debilidades, defectos, temores y tantas otras cosas que lo hacen sentirse muy avergonzado. Por la misericordia de Dios ha sido transformado y cambiado para su servicio y para su obra. Simplemente como el ciego Bartimeo, el Siete puede decir: "...una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo." Jamás pensó que sería un siervo de Jesucristo. Sin embargo, en los planes eternos de Dios su nombre había sido elegido para esta tarea que Dios le ha encomendado. y que con respeto y mucha responsabilidad lleva dentro. Dios lo llamó para ser su siervo, lo cual es un gran honor y privilegio. Como el apóstol Pablo, el Siete puede decir: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida."